sábado, 20 de agosto de 2011

Donde habré dejado yo mi yo...



Me pregunto mientras leo las páginas de mi nuevo libro. Pero no lo hago ni melancólica ni afligida sino deseosa de encontrar las próximas carcajadas que en sus 50 capítulos hay escondidas.

Lo habría devorado en 3 horas y 7 visitas al baño sino fuera porque mis 8 hijos no me han dejado. Bueno, en realidad solo tengo 2 (hijos) pero no se como ni porque extraña razón, en verano y demás períodos vacacionales parece que se multiplican, como gremlins en piscina y sin parto previo. Están en todas partes pidiéndolo todo a la vez. Pero los quiero a todos por igual. A los ocho. Aunque no me hayan dejado leerme mi libro en un tiempo razonable, y en vez de 3 días haya tardado 16 y en ocasiones me haya tenido que releer la misma página 14 veces, porque, por donde iba yo? Me pregunto mientras el mayor y sus tres hermanos gemelos buscan uno agua, otro pan, otro vino y el otro su transformer de fuego de potencia máxima y el bebé y sus tres gemelos gatean, se meten todo en la boca, se tiran en plancha a cualquier esquina de la casa mientras tararean: mamá teta, papá puta... En fin, y yo en un rincón escondida, tragándome las risotadas para que nadie me oiga y me encuentre, leyendo mi libro...





La autora es bloguera, divertida, y con un humor inteligente e ingenioso. Su particular visión de la maternidad te hace partirte en dos de la risa, pero no tipo sonrisa, no, sino a descojone limpio, del que te hace mirar alrededor a ver quien es el primero al que pillas para releerle ese último párrafo culpable de haberte hecho saltar las lágrimas.

Desde éste mi blog, lo recomiendo, pero no para el autobús, ni para la sala de espera del pediatra, ni para cualquier otro sitio donde la reputación de una, por reirse a solas, pueda quedar entredicho. Dicho queda.

El libro de blog de madre. De Eva Quevedo. Gracias por haberme echo reir durante 16 días. Le deseo mucha suerte y muchas ediciones. Que su libro y ella lo merecen.



Por Arain

lunes, 1 de agosto de 2011

Mi vida con la alarma

-Cariño (algo quiero)
-Es a mi?
-Pues claro!
-Que quieres? (como me conoces, bandido)
-Pues creo que deberíamos ponernos una alarma de seguridad
-Y eso, que te ha dado?
-Joe, con tanto robo cerca y tanta leche tengo un poco de miedo de que nos entren, por los niños...
-Vale va, ves mirando precios...

Y así fue como empezó la gran cagada (hasta la fecha) de mi vida.

Busco presupuestos, comparo y elijo al mejor, relación calidad-precio, claro.
El elegido señor de las alarmas me dice que me va a poner la caña de picaña, alarma perimetral, sensores de movimiento, volumétricos y detectores interiores. Che tú (pienso yo) que nivel, aquí no entran ni los de Ocean´s eleven. Si yo no quiero, claro.

Pues eso, tres semanas después ya tengo mi flamante sistema de seguridad en funcionamiento. Perfectamente conectado a la caseta de los vigilantes. El señor de la alarma me dice antes de irse:
-Bueno, poco a poco la iremos ajustando, es normal que al principio hayan falsas alarmas, tu no te asustes, pero tampoco te relajes por si acaso...(La madre que lo parió. Me he acordado yo veces de él y de esta frasecita en los últimos días...)
-Vale, pero entonces desconéctame la sirena y déjame solo que suene el aviso en mi dormitorio. Para no despertar a todo el mundo si hay alguna falsa alarma.

Y así fue. Con que tranquilidad se duerme con una alarma en casa. Sabes que si alguien pisa el cesped del chalet te va a saltar y antes de que entren ya tienes a los vigilantes ahí para defenderte.
El procedimiento mola. Mola mucho.
Si salta la alarma a mi me suena dentro un pitido quetecagas, a los de la caseta también y en 1 minuto y 47 segundos los tengo llamando a la puerta, con sus pistolas y sus linternas. Les abres. Entran. Se recorren el terreno, comprueban que no hay nadie, si es necesario entran en las habitaciones, no sea que los chorizos se hayan colado y escondido dentro...15 minutos despues los de seguridad se despiden y se retiran.

En la primera semana saltó como unas dieciseis veces. No es broma. El viento. Las plantas. Un gato. Un jabalí. Su madre. No importa, da igual lo que sea. La alarma salta y suena y los vigilantes vienen, inspeccionan y se van.

Pero es que además, la muy cabrona solo salta por la noche. Y siempre a partir de las 2 de la mañana. Sin ir mas lejos, esta misma noche pasada.

3.38 am
Piiiiiii Piiiiiiii Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
-Que coño es eso?
-Y yo que sé? (es un sueño? o esta pasando?)
-La alarma!
Mientras él se pone los pantalones y salta de la cama como un poseso yo me voy a por los niños. En un minuto y 47 segundos llaman a la puerta.

-Buenas noches señora (señora? Pedazo de -----, que SOLO tengo 35 años y a estas horas tambien muy mala leche)
-Si si, pasen pasen...

8 minutos después:
-Esta vez ha sido un gato, "señora" (yo creo que lo dice a cachondeo). Lo hemos visto irse.

4 minutos despues ellos tambien se han ido.

Y ahí nos quedamos nosotros, pensando en si volverla a conectar o qué. Pero claro, y si justo entran ahora? Y la conectamos. Y a las 4.25 vuelve a sonar. Y los de seguridad vuelven a venir y me vuelven a llamar señora. Me vuelvo a cagar en todo lo cagable mientras les sonrío. Vuelve a ser el ---- gato de los --------. Me entran ganas de jugar al tiro al gato. Que me perdonen los de las protectoras de animales y demás entidades sin ánimo de lucro, pero es que yo eso de ir a despertar a un gato a las 4 de la mañana, solo por joder la marrana un rato, "nunca lo haría".

7.25 a.m.  Javiercito se despierta por decimoquinta vez (como buen baby que es) y yo ojerosa y abatida me planteo mandar la alarma a tomar por ----- y comprarme un perro. De los que no ladren por la noche, claro.





Por Arain